Entrevista al Banco de los Alimentos

El Banco de los Alimentos, en nuestra parroquia desde hace más de 24 años.

Banco de los alimentos

Durante estos días, hemos podido ver muchos voluntarios del Banc dels Aliments en la gran recogida de alimentos que se realiza en varios supermercados.

En nuestra parroquia, hasta el pasado mes de junio, teníamos una entidad del Banc dels Aliments desde hace más de 24 años.

El pasado mes de octubre pudimos conversar con Maite, Alfonso, Carmen, Ricard y Dolores, 5 de las 14 personas que estuvieron colaborando en esta entidad del Banc dels Aliments y han compartido con nosotros, como ha sido esta experiencia.

¿Qué era el Banco de los Alimentos aquí en el barrio?

En el banco de los alimentos entregábamos productos de alimentación de primera necesidad que recibíamos de la comunidad Europea.

Nuestro trabajo era recibir los alimentos, preparar unas cestas y cada 15 días hacer la entrega a las familias que venían de los servicios sociales.

Intentábamos ayudarles, atenderlos bien, con cariño, con ganas y que se fueran con la cesta de la compra con lo máximo posible. Entregábamos alimentos que no eran perecederos, es decir, que no se estropeaban. Aunque últimamente también nos traían frutas y verduras que también lo preparábamos y entregábamos a las familias.

Y a vosotros, ¿Qué os aportaba?

Nos servía para hacer fraternidad porque nos encontrábamos unos días antes, para preparar los lotes. Cuando llegaban los camiones, quedábamos para descargarlos y habíamos hecho un grupo de amistad entre nosotros.

¿Cuántos años habéis participado como voluntarios en el Banco de los Alimentos?

Hay personas que tienen más años como Alfonso que colabora desde hace 24 años y hay personas que hace menos tiempo como Carmen que colabora hace 3 años. Maite, la última responsable del Banco de alimentos, es voluntaria desde hace 7 años, aunque es responsable desde después de la pandemia.

¿Cómo fueron los inicios del Banco de los alimentos?

Hace muchos años, tuvimos un boom, teníamos que atender a mucha gente. También teníamos el ropero, que nos ayudaba mucho y nosotros a ellos.

En aquella época nos enviaban cosas perecederas y que eran más peligrosas, porque eran congelados. Adquirimos 8 o 10 neveras. Tuvimos la suerte de tener entre nosotros dos cocineros profesionales de hoteles que sabían manejar el producto. Nos lo partían a la hora de servirlo y todo esto en condiciones.

Pero nos dimos cuenta de que no podíamos manejar esa situación porque representaba un problema para los colaboradores de a pie, aquellos que teníamos que estar con la lista y las entregas. En aquella época sobre todo a personas mayores. En ese entonces, los extranjeros no contaban con un domicilio fijo, por lo que no podíamos registrar esa ayuda.

A veces teníamos excedente y llamábamos a las personas para ofrecerles el producto antes que caduquen. Después la cosa se fue deteriorando y lo peor fue cuando vino el Covid.

«La Iglesia también pidió ayuda a los feligreses y eso nos ayudó muchísimo.

Nos salvó bastante la ayuda.»

La pandemia fue un momento muy importante para el Banco de los Alimentos. ¿Cómo lo vivisteis?

Lo vivimos muy mal. Sabíamos que no nos iban a dejar venir porque todos somos mayores de 65 años. Nuestras familias no querían que vengamos, tenían miedo de que nos pudiéramos contagiar.

Y veíamos la necesidad que había de entregar los alimentos. En la parroquia nos informaron que había unas necesidades muy graves. Entonces los jóvenes vinieron aquí a hacer paquetes de lo que había, a entregar a las familias más necesitadas de la parroquia.

A partir de ahí, fue cuando decidimos volver a empezar, pero estuvimos entre 2 y 3 meses cerrados.

¿Cómo era toda la preparación antes de hacer la entrega de los alimentos?

Al Banco de alimentos le dedicábamos 3 días a la semana o a veces más, normalmente eran los martes y miércoles, de preparación y los jueves se hacía la entrega.

El día que llegaba el camión, podíamos necesitar muchas horas, había que descargar el producto, bajarlo, clasificarlo y dejarlo en un sitio, para después poder organizar las cajas y preparar los lotes para poder hacer las entregas. La fruta nos venía los miércoles y había que prepararla para darla el jueves con los otros alimentos que dábamos, que eran arroz, pasta, aceite, legumbres, tomate, atún, sardinas, todo en conserva, huevos y leche.

La leche fue lo primero que empezó a escasear y luego el aceite. El aceite, últimamente, no nos entregaban nada, solo aceite de girasol. La leche, últimamente tampoco, había que comprarla. A través de la iglesia, nos daban el dinero e íbamos a comprarla al supermercado. Fue cuando pedimos donaciones.

«Estábamos muy comprometidos. Era parte de nuestra vida».

¿Cómo fue este último año, en el que faltaba leche, faltaba aceite? ¿Cómo os sentíais ante esa situación?

Mal, muy mal, nos pedían cosas que no las teníamos. Sobre todo querían mucha leche y aceite, pero no teníamos nada. No podíamos comprar aceite porque el aceite estaba muy caro y no podíamos pedir a la Iglesia que lo diera. Teníamos más de cien familias, no podíamos comprar 150 L de aceite cada semana. Era mucho dinero.

También veíamos que los servicios sociales, a nivel gubernamental, no hacían su trabajo y no daban soluciones.

Sabíamos que se había recortado el suministro de alimentos en la Comunidad Europea, querían seguir entregando alimentos, pero que esta ayuda fuera de otra manera. Veíamos mucho desorden, los servicios sociales no se aclaraban, no había una directiva organizada, todo eran palabras, pero no había nada. Últimamente, incluso habían venido aquí los secretarios, representantes del Banco de Alimentos de la Zona Franca y nos llegaron a decir que fuéramos por los supermercados a buscar excedentes para entregar a la gente. Una sugerencia casi imposible para nosotros, no tenemos coche, tenemos todos una cierta edad como para ir a los supermercados con carros de la compra cada semana y traerlos cargados de productos para poder hacer las entregas. Fue cuando pensamos que esto se tenía que acabar, podíamos haber estado hasta julio, pero no teníamos un stock como para dar a la gente como antes dábamos.

¿A cuántas familias se repartían alimentos aquí?

Aproximadamente, había unas 150 familias cada mes.

¿Qué ha sido el Banco de los alimentos a nivel personal?

Era un día a día, conocíamos a mucha gente. Veíamos que algunos eran buenas personas y otras que no tan buenas. La experiencia fue muy buena. A veces nos daba pena, porque veíamos a gente que necesitaba la ayuda y que no le podíamos dar más. Ayudábamos y nos quedábamos con la satisfacción que poníamos un granito de arena para facilitar que vayan saliendo adelante aquellas familias.

Si tuvierais que definir el Banco de los Alimentos con una palabra, sería…

Alfonso: Imprescindible.

Ricard: Muy útil para todos.

Carmen: Deprimente y triste, por no tener para dar alimentos.

Maite: Solidaridad con la gente necesitada.

Dolores: Imprescindible.

¿Cómo ha sido este cierre?

Un poco triste, porque era una lucha cada semana o cada mes para entregar alimentos y teníamos que estar muy pendiente. Ha sido un poco triste ver que las administraciones no ayudaban y éramos los bancos de alimentos los que teníamos que sacar las castañas del fuego.

Por otro lado, un poco liberador, porque nuestra vida, familias, vacaciones, todo giraba en torno al Banco de los alimentos, incluso las visitas médicas, intentábamos que las pongan otro día que no tocara venir a ayudar.